Entre esta multitud
de sonidos desconocidos
que provoca
este silencio,
ese gorrión que ha posado
en la baranda del balcón
canta tras un baile
que bajo cielo encendía
las luces al día.
Todo se escucha
el caminar del vecino
esas tímidas gotas de lluvia
que surfean el aire;
el sollozo cansino
los pasos que doy
el respirar
la puesta de sol
el resplandor de la luna
el brillo de las hojas.
Esta casa se ha convertido
frontera entre lo digno
barrera de lo incierto
ese espacio donde nos habitan
los miedos y esperanzas.
Abrir la ventana
privilegio de los que olvidamos
valorar aquella caricia
atrapar de nuevo el viento
ese abrazo tuyo
ahora sí aprendemos
a escuchar el eco libre
de cada latido
de lo que siempre fue
corazón.